domingo, enero 23, 2011
auto agnosticismo
Si yo fuera hijo de un dios
llamaría a las puertas del cielo
preguntando rabioso donde esta la maldita gracia
de haber hecho del cielo un pozo oscuro de lejano fondo
El hijo enrabietado otra vez por nada
que clama por absurdos y vacíos
patalea rabioso sobre las baldosas
y chillón y lloroso se queda sin respuesta
¿Seguirán siendo los rostros vacías máscaras?
-la conversación de los demás en un débil punto de apoyo-
Mira, hijo mío, podrás hablar de lo que quieras
pero hay pocas cosas que se descubran con palabras:
Yo, hombre,
carne y hueso, entraña y pellejo, retorcido y hueco,
por mi condición humana, he decidido,
-por la belleza del mar, por las alturas de las montañas-
-por la palidez taciturna de la luna y por el cálido aliento del sol-
sublimar, en la extrema parquedad de mi ser
ser bello por bueno, y bueno por bello,
olvidar aquello que mi mortalidad me impide
que mi hambre, que mi frío, que mi soledad,
-hijo huérfano de un dios que nunca ha sido-
me doblega como espíritu, trunca mi destino
Yo he sido, y voy a ser
par con la montaña, el sol, el viento, y el río
y digo más, digo. ni mentira ni embuste,
yo, como todos mis hermanos, soy malnacido
pero ahora bramo alto y honda la verdad:
¡no hay dios conmigo más que yo mismo!