lunes, julio 25, 2011
Él, que trataba de volver la cabeza, cuando el camino parece "irse de uno"
Cierto atrevimiento y una malicia picara que dibuja una sonrisa ocupando su lugar en el rostro, dominio de unos ojos transparentes como cristal de mirada expectante, efímero gesto, paréntesis extraído de la corriente, casi desapercibido fenómeno, débil refulgor de vida al fin alcanzada, consecuente con la física moderna que dice que las partes de lo indivisible por patronímia pueden estar en cualquier instante donde están y donde no existen, como todos los que nacemos en esta materia desnudos y su esencia se desdobla en cada bifurcación que designe el destino de su herrante caminada.
Sin embargo, una mano se estiro por encima del grupo de cabezas, y alcanzo a rozar con la punta de las yemas de los dedos, apenas rozar la piel, el continuo flujo de éter que serpenteaba lechoso en el absurdo firmamento, apenas un levísimo contacto, pero la maraña de cuerdas, antojadiza y distante tuvo, no obstante, a bien estirarse y estirarse hasta quedar en un delgado, finísimo, hilo plateado de brillantes reflejos nacarados.
Sorprendente coincidencia, sin duda, con la que hacerse un discreto collar que asumir al pecho, cuando se esta caminando. Calidos alientos.