lunes, enero 30, 2006


ver

quiero

De tenerte cuando no te tengo
de esperarte cuando no te espero
del calor de la noche y del frío del fuego
las mentiras ermitañas de los ruegos
Todo late en la calavera de duro hueso
y en los labios rozados por el beso

Te invento con las manos a la fuerza del deseo
te busco en los otros, en los ojos y en los gestos
hundo en rostros ajenos la impaciencia del ciego
huyo de la nada, escapo corriendo del sosiego

Encontrar aquí, despierto en mi sueño
desvelado de tantas cosas, no quiero
y pienso, calida la orografía de tu pecho
déjame ser la lluvia que bañe el terreno
no hay espacio en blanco entre la tierra y el cielo

Rumian mis mandíbulas la historia y el argumento
como cuentos de parras sin uvas y hojas sin viento
paisajes anchos en las calles estrechas de los pueblos
yo busco pero no encuentro, mi mundo entero
encerrado y solemne, la distancia en todas partes
otra vez mi alma húmeda colgada de un perchero
secándose al sol todas las miserias y los duelos
Un albañil despierto hizo las casas sin esquinas
con las ventanas mirando al poniente, hechas de hierro

Dime entonces, murmura bajito pero sin miedo
¿Que hacemos aquí? Dime si te miento
yo no estoy aquí porque si, no quiero
para mi yo solo estoy porque te anhelo
y veo, tu presencia en la risa de los niños
en la arruga de la mueca, la sonrisa de un viejo
en las macetas de los balcones colgadas
semillas de flores muertas al calor de los tiestos

No se que decir, y lo siento
el color, la forma y la decisión
dentro de frascos tercos
de cristal macizo y duro
aceptan el color de sus dueños


domingo, enero 29, 2006


se cae

ambiguedad concisa

Aquí, ya es hora
en este montoncito de segundos
justo aquí, nostalgia
me tiro del pozo de pensar

Elaboro firme el tema a tratar
voy sumergiéndome entre la vida real
retazos de versos desordenados y sin rima
busco la excusa para que sea imposible abarcar

Llave de bronce verdoso y dientes tallados a mordiscos
la quinta esencia de la piedra filosofal
el estado, la sencilla manera, el poder
contar de cualquier cosa sin nombrar el lugar

Ya lo creo conseguir, el espíritu se eleva
el alma hasta la tierra, entre granitos de arena
ya saber, no importa si esta o la otra
que es esta palabra como lo es ninguna

Ningún estado de ánimo, solo la paz
no saber lo que digo, no me importa nada
que si te hablo de castillos y princesas
de pestes y llagas, es lo mismo y un igual

Ya por fin, olor de vela y esparto
sabor de rumor ahumado en el paladar
ya lo puedo gritar, una mentira es verdad
soy yo, virulentamente yo, lo que se pone a hablar

Saboreo, el regusto salivoso en la boca
la conciencia vaporosa más lejana
distante y extraña de la reafirmación de la persona
kilómetros de cercanía a una férrea esperanza… que nada espera

Ya, ahora, justo el instante y el momento
el rato y el tiempo, de la ambigüedad testamento
crecen tímidos entre las hojas los hitos del camino
a la perlada sombra, cunetas, de árboles divinos

Tinta sangre corre por mis venas, el color mas vivo
color vivo de los torrentes, las lágrimas y los ríos
mas profundo y macizo que lo necio por místico
ellos claman la importancia, cada etéreo sinsentido

Así, despacito, recorro otra senda escondida
puede ser la misma, no lo se, que vive rápido
echa de rumor de hojas y a veces fieros rugidos
más ella la misma, al nivel del suelo, a la vera del camino

Tranquilidad sin estar tranquilo, escuchar
en los cristales golpean las lenguas de los corrillos
reverberan música distante, tambores de guerra
todo canta nostalgia de la falta de esta, zurcidos

Yo grito sin alzar la voz, nombro desesperado
mento la vida, el mundo entero, el sol y el viento
tiemblo como una vela en desnuda cornisa, hago y deshago
invoco y exorcizo todos los nombres y los recuerdos

Y todavía amo y odio, olvido alguna existencia más
una mota de polvo de la importancia de una gema
algo que me queda por secuestrar y degollar
algún ingrediente, yo abrirme y explotar
ser uno y ser todo, tocar y ser tocado!
por cada hebra, cada granito de arena!
cualquier esquina, conocer y ser, el mar!!!

Decirlo todo y en todos los idiomas, y no decir nada

sábado, enero 21, 2006


orilla

veo, tranquilo pasa el día

Veo, tranquilo pasa el día
Por el horizonte el sol se escabulle para salir de fiesta, para emborracharse con las nubes. Mañana saldrá resacoso y vago por el otro lado del mundo.

Manos acartonadas. Mechas de bombas en alvéolos grises. Respiro un poco más, y cada vez respiro menos.

Sendas, caminos, hitos, monumentos, altares de paso, y cunetas de hierbas pisadas. No saber lo que digo, solo digo. Lo mismo: no saber porque, solo se, no hay sentido. Conexiones virulentas entre las neuronas, un nuevo enlace químico: el de la reyerta. Pero no hay violencia, solo laxitud, rencor casi olvidado, se pierdo medio vaporoso entre su insignificancia. Los sudores fríos de la enfermedad de estar vivo.

Una meta, un nuevo destino, una nueva conquista, una nueva promesa de razón. ¿Cuánto tiempo podré estar escribiendo sin decir nada? Ya solo con esta pregunta algo digo, pero en verdad se que es lo mismo. Yo sigo, no me importa, quiero rebelarme con la tiranía del tiempo que solo avanza y rechazar la importancia que se quiere dar. Ahí te quedas, maldito.

Siempre, siempre, siempre. Siempre lo mismo que nunca, ni variantes, sin diferencia mas lejos del matiz de algo. Ese algo no deja de ser lo mismo, y quien piense que el matiz hace la distancia de un original es un mezquino. Un liante, un cómplice del tiempo que anhela engañarnos con avance. ¿Un ratón dentro de una rueda cree que se desplaza? El movimiento no es el trascurso del tiempo.

Sucedió, aconteció, pasara, ocurrirá. Lastima que no tengamos suficiente tiempo para que el pelo nos crezca tanto para que atasque los engranajes de la maquina. Entonces morimos. Si, el tiempo existe en la medida que su transcurso nos acerca a la muerte, pero por eso existe de forma individual. Un hormiguero es intemporal, solo hay el ciclo de los acontecimientos que afectan su existencia pero no la modifican. La diferencia entre el hormiguero y yo es que a mi el tiempo me matara. La conciencia de la muerte es la mayor arma que utiliza el tiempo para subyugarnos. Y porque así quiero decirlo.

Pero ya estoy diciendo algo, ya me ha poseído el yo razonador. No le tengo mucho aprecio, menos cuando su lógica me habla de la estupidez de mis teorías por culpa suya imaginadas. Prefiero yo casual, yo caótico, yo impredecible. Me encanta el desconcierto que crea en el primero las agridulces absurdeces del segundo. Tomo sus gestos y los convierto en el estandarte de la venganza contra el sentido, y el tiempo. Y es entonces cuando me río, me invade el sarcasmo, y a veces me encuentro extrañamente tranquilo.

…y la importancia de la falta de esta