Sobre desiertos
En el sahara submarroqui existe un lugar al que los nómadas de aquellas tierras llaman "la region que solo se cruza". Solo sirve para pasar por ella. Es la completa esterilidad, la más enorme desolación y el más bello paisaje.
Un niño ve un desierto y solo ve un desierto. Un hombre ve un desierto y ve que ese desierto es la soledad. Hacerse adulto significa descubrir que se esta solo, darse cuenta de que ese desierto es lo que le espera. Por eso el hombre necesita de alguien que le evada de la amargura de saber, de verse rodeado de la nada. Nunca un niño anhelaría la compañía, solo la buscaría por distraerse. Muchas veces no se cuanto hay en mi de hombre y cuanto de niño, pero si esos ojos o esa expresion que no dejo de encontrarme en rostros lejanos me inundan quizás solo sea porque son más profundos que el horizonte de la amargura.
En un desierto nada fluye, todo es inmóvil, incluso el movimiento. La monotonía rezuma de las piedras como polvo que luego el viento distribuye, siendo esta la textura de cualquier cosa que allí haya. Estas allí, lo miras pero no lo ves, y sabes que estas en un medio hostil, no como una selva o un sombrío bosque, ya que te da miedo llegar a darte cuenta de que el polvo se ha empezado a posar en ti. Descubres que como sigas viendo el horizonte aunque solo veas un pedrusco, ya que no ves el desierto aun sabiendo que se refleja en tus ojos, pronto empezaras a empequeñecer, a comprimirte, a volverte duro y áspero, y al final de ti solo quedara una piedra minúscula, que aunque la azote el viento allí se quedara, cabezota. Más tarde de ti solo quedara el polvo. Cuando el viento me golpea con fuerza la cara y noto su empuje yo agradecido sonrío, solo quiere que me mueva, es mi amigo.
Dicen que el más grande de los espectáculos que regala la naturaleza es un desierto florido. Dicen que encoge el alma, que es bello porque es mágico, y es mágico porque es un contrasentido roto que de lo más muerto florezca, nunca mejor dicho, lo más vivo. De lo que antes imaginabas como sería todo sin apenas echarle un vistazo de pronto tienes mil detalles en los que fijarte, mil matices de cada cosa que pensabas que no existía. Te encoge el alma porque es una verdad inquebrantable que se ha convertido en mentira, que un irirs cristalino más profundo que el horizonte se ha convertido en agua, y el agua fluyendo ha suavizado las asperezas, que son entonces movimiento, el polvo es el olvido que se ha olvidado de si mismo, el letargo se ha distraído, y la muerte es vida.
La muerte es vida y la vida es muerte. Todo acaba solo para dejar paso a otra cosa que también acabara. Las flores y el agua dejan paso a las piedras y el polvo. Miras el más bello paisaje, que no lo es, y sabes que es desolador, pero cuanto más triste es sabes que luego más feliz será, que cuanto más infinito e imperecedero parezca más cerca estas de la vida, que cuanto más tiempo pase más fuerte resurgirá, y descubres que te parece el más bello paisaje porque significa que a partir de la desolación el cambio será la floración. Por el mismo motivo los momentos más felices tienen una sombra de melancolía producida por su recuerdo futuro.
Los nómadas del sahara submarroqui se refieren al más esteril desierto como "la región que solo se cruza" porque solo sirve para pasar por ella. Solo pasan por allí para saber según su aridez cuanto falta para que florezca, ya que el más esteril desierto de pronto vivo es el mayor espectáculo de la naturaleza, y lo es porque cuanto más tiempo reine la muerte más viva será la vida. Para dejar reinar a la muerte las floraciones dfe los desiertos solo duran dos o como a lo sumo tres días.
A mí ahora me da la impresión de que la vida, como fragmento de tiempo que estoy en ella, no es una línea, sino como un reloj de una única manecilla pero de muchas esferas superpuestas pero no concéntricas que mecánicamente no dejan de moverse. Aquí dejo de escribir, esperando que la manecilla cambie de signo.
Un niño ve un desierto y solo ve un desierto. Un hombre ve un desierto y ve que ese desierto es la soledad. Hacerse adulto significa descubrir que se esta solo, darse cuenta de que ese desierto es lo que le espera. Por eso el hombre necesita de alguien que le evada de la amargura de saber, de verse rodeado de la nada. Nunca un niño anhelaría la compañía, solo la buscaría por distraerse. Muchas veces no se cuanto hay en mi de hombre y cuanto de niño, pero si esos ojos o esa expresion que no dejo de encontrarme en rostros lejanos me inundan quizás solo sea porque son más profundos que el horizonte de la amargura.
En un desierto nada fluye, todo es inmóvil, incluso el movimiento. La monotonía rezuma de las piedras como polvo que luego el viento distribuye, siendo esta la textura de cualquier cosa que allí haya. Estas allí, lo miras pero no lo ves, y sabes que estas en un medio hostil, no como una selva o un sombrío bosque, ya que te da miedo llegar a darte cuenta de que el polvo se ha empezado a posar en ti. Descubres que como sigas viendo el horizonte aunque solo veas un pedrusco, ya que no ves el desierto aun sabiendo que se refleja en tus ojos, pronto empezaras a empequeñecer, a comprimirte, a volverte duro y áspero, y al final de ti solo quedara una piedra minúscula, que aunque la azote el viento allí se quedara, cabezota. Más tarde de ti solo quedara el polvo. Cuando el viento me golpea con fuerza la cara y noto su empuje yo agradecido sonrío, solo quiere que me mueva, es mi amigo.
Dicen que el más grande de los espectáculos que regala la naturaleza es un desierto florido. Dicen que encoge el alma, que es bello porque es mágico, y es mágico porque es un contrasentido roto que de lo más muerto florezca, nunca mejor dicho, lo más vivo. De lo que antes imaginabas como sería todo sin apenas echarle un vistazo de pronto tienes mil detalles en los que fijarte, mil matices de cada cosa que pensabas que no existía. Te encoge el alma porque es una verdad inquebrantable que se ha convertido en mentira, que un irirs cristalino más profundo que el horizonte se ha convertido en agua, y el agua fluyendo ha suavizado las asperezas, que son entonces movimiento, el polvo es el olvido que se ha olvidado de si mismo, el letargo se ha distraído, y la muerte es vida.
La muerte es vida y la vida es muerte. Todo acaba solo para dejar paso a otra cosa que también acabara. Las flores y el agua dejan paso a las piedras y el polvo. Miras el más bello paisaje, que no lo es, y sabes que es desolador, pero cuanto más triste es sabes que luego más feliz será, que cuanto más infinito e imperecedero parezca más cerca estas de la vida, que cuanto más tiempo pase más fuerte resurgirá, y descubres que te parece el más bello paisaje porque significa que a partir de la desolación el cambio será la floración. Por el mismo motivo los momentos más felices tienen una sombra de melancolía producida por su recuerdo futuro.
Los nómadas del sahara submarroqui se refieren al más esteril desierto como "la región que solo se cruza" porque solo sirve para pasar por ella. Solo pasan por allí para saber según su aridez cuanto falta para que florezca, ya que el más esteril desierto de pronto vivo es el mayor espectáculo de la naturaleza, y lo es porque cuanto más tiempo reine la muerte más viva será la vida. Para dejar reinar a la muerte las floraciones dfe los desiertos solo duran dos o como a lo sumo tres días.
A mí ahora me da la impresión de que la vida, como fragmento de tiempo que estoy en ella, no es una línea, sino como un reloj de una única manecilla pero de muchas esferas superpuestas pero no concéntricas que mecánicamente no dejan de moverse. Aquí dejo de escribir, esperando que la manecilla cambie de signo.
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