un arbolucho
Un triste arbolucho, pardo y deshojado. Uno de esos del borde de la carretera, de esos que no deberian estar, que allí cayó su semilla, que su tierra esta rodeada de baldosas grises de la acera donde hay una parada de autobus. Él, angustiado, sueña por las noches con poder un día coger ese autobus que para delante suyo, siempre echandole el calor del motor. Subirse y poder huir de su escaso metro cuadrado de vida. Poder viajar a un bosque espeso, quedarse en lo más profundo, encontrar allí un lugar resguardado del viento, al lado de un arroyo, que su melodia sea el gorgogeo del agua en vez de los ruidosos coches que raudos pasan a su lado hoy. Que vayan los pájaros a posarse en sus ramas. Y tierra, sobretodo tierra, para que sus raices se agarren a esta, fuerte, para que el arbolito se sujete a la vida.
Pobre arbolito, no sabe que su autobus no es a un bosque donde se dirige, sino a una gran cuidad, donde su arroyo y su tierra hoy solo son cemento y asfalto.
Pobre arbolito, no sabe que su autobus no es a un bosque donde se dirige, sino a una gran cuidad, donde su arroyo y su tierra hoy solo son cemento y asfalto.
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