lunes, diciembre 11, 2006

por la mañana

Ahora, en este instante, caen gotas de una alcachofa de ducha en un cuarto de baño de un piso en un barrio en una cuidad. Común, normal. Por la mañana de domingo las personas se levantan lánguidas gracias a la ociosidad del día, y nadan, yacen, en el líquido amniótico de las sábanas, los edredones y las mantas. Después, ya tarde, algunas se duchan. En el cuarto de baño de un piso de un barrio de una cuidad. Que normal, que ordinario, que común, pero a veces no lo es tanto.

Unas gotas de agua se desprenden de la ducha, y caen pesadas y brillantes sobre la piel de ella, y escucho como las que no la tocaron se estrellan contra la loza del baño, y gritan y lloran por no haber tenido la fortuna de encontrar camino deslizándose por sus hombros, sus senos, su boca, su cadera…

…caminos que mis besos y caricias recorrieron y saben de sus placeres


Yo, ahora, estoy aquí sentado y la escucho moverse en la habitación, evadido de la condena que supone su mirada y su sonrisa, capturo un momento la bella sensación de saberme prisionero de esta noche en que conocí su tacto y la ternura de sus murmullos