martes, abril 11, 2006

noche en mi ciudad

Callo, y sin decir nada no lo hago
solo susurro: la noche es tímida
tapizada de bronces de luz de farola

También es triste y vive en pesadumbre
desde el día que le arrebataron su plata
la luna vencida por bagatela broncínea
rencorosa de sus maravillosas alhajas
cuando alguien encendió una bombilla
y a la noche se le veían las entrañas

Las bragas recién manchadas de sangre
de la noche con su virginidad atentada
brotando deshilachadas de los muslos
gimen el crimen de iluminar la opacidad
el delito de desvestir una niña avergonzada
de no ser ya tan niña sino una muchacha

Pobre noche mía deshecha y desconsolada
acuchillada por los faros de los coches
no encuentra consuelo en sus estrellas
veladas por las nubes ensangrentadas
despojadas de su dueña por los temores
y los filamentos nerviosos del hombre

Lo siento, chiquilla mía, perdóname
ahogado tu llanto por las vías del tren
o por lo neumáticos sobre el pavimento
te lo suplico, huye, todavía hay tiempo
corre lejos del alquitrán y el cemento
hasta donde no puedan atormentarte

Y no te acuerdes de nada
hasta que necesitemos volver a inventarte
todo para concedernos un poco de sombra
a los ojos que ambicionan ver y desgastarte

Noche mía, cálida y serena
expulsada de su paraíso y condenada
a buscar su esencia en el fondo de los túneles
gimiendo el llanto en los racimos del techo
que son solo goteras

Como tantas cosas que perdimos
solo nos queda la factura de la derrota
de por ejemplo en cualquier ciudad
no tener noches, solo las farolas